ECHANDO DE MENOS LOS BARES Y CAFETERÍAS

Es increíble la cantidad de temas que se hablan en los bares y cafeterías. Mucha gente cree que los únicos temas de los que se habla es de fútbol y de otros deportes y en parte tienen razón, pero depende a qué clase de bares vayas te podrás encontrar conversaciones diferentes. Por ejemplo, el otro día tuve que acompañar a unas amigas a buscar unos regalos y después me llevaron a una cafetería y en la mesa de al lado había un grupo de señoras que estaban hablando sobre los tipos de cancer de mama. Personalmente no sabía casi nada sobre el tema, y aunque intenté no escuchar no fue posible ya que hablaban en un tono demasiado alto y toda la cafetería podía escuchar su conversación, salí de allí sabiendo mucho más de lo que me hubiese gustado.

 

Personalmente no suelo ir a esta clase de cafeterías, y normalmente es por esta clase de temas, y porque la gente que va a esos establecimientos tienen un tono al hablar demasiado alto. Ya de ir a algún lado prefiero ir a algún bar que tenga una terraza con jardín y que las mesas estén un tanto distanciadas, soy consciente de que esta clase de establecimientos no es que abunden pero hay un par de sitios así en nuestra ciudad a donde me gusta ir con los amigos porque puedes disfrutar del aire libre sin tener que estar constantemente molestado por las conversaciones ajenas.

 

Durante estos días en los que todos estamos confinados en nuestras casas ya no podemos ir ni a bares, ni a cafeterías ni a nada y eso es algo que todos estamos echando de menos bastante. El viernes pasado ya nos los advertía uno de mis amigos, que si no íbamos al bar el viernes como hacemos siempre no íbamos a poder ir en bastante tiempo. Menos mal que no le hicimos caso porque si hubiésemos ido hubiese venido la policía a desalojarnos y eso no nos hubiese gustado. Esperemos que este encierro no dure demasiado y podamos disfrutar de los bares y cafeterías lo antes posible.

Tú puedes ayudar a encontrar la cura del cáncer de pulmón

Cuando a un enfermo se le propone participar en un ensayo clínico para cáncer de pulmón la primera reacción suele ser de dudas. Es posible que piense si se le va a utilizar como conejillo de indias y qué repercusiones puede tener todo eso para su salud y para su tratamiento. Pero, normalmente, cuando se le explica con todo detalle lo que se va a hacer las dudas se disipan.

Algunos pacientes deciden no participar por diversos motivos. Uno de los más frecuentes es el miedo a lo desconocido en un momento en el que ya se sienten muy vulnerables. En otros casos, el estado anímico y físico en el que se encuentran hace que no se sientan con ánimo para afrontar pruebas y un proceso que puede implicar más visitas al hospital.

Es normal que esto pueda ocurrir y siempre se respeta la voluntad de los pacientes, pero, cuando se decide aceptar, las ventajas son muchas comenzando por la satisfacción de saber que la colaboración que se lleva acabo podría ayudar a encontrar la cura del cáncer de pulmón.

En muchos casos, esta ayuda consiste en probar un nuevo medicamento para ver si ayuda a combatir la enfermedad o si contribuye a una mejor recuperación tras una intervención, por ejemplo. Siempre se va a tratar de medicaciones que han sido probadas de muchas maneras diferentes, pero que todavía no lo han sido con personas, el último paso para poder salir al mercado.

Generalmente, son medicaciones seguras, aunque podrían causar efectos secundarios ya que es una de las cosas que se trata de averiguar con estos ensayos. En cualquier caso, el paciente va a estar controlado médicamente en todo momento y de forma muy exhaustiva, por lo que cualquier problema sería atajado de forma automática.

Si el medicamento tiene éxito, el paciente será de las primeras personas en beneficiarse, recibiendo un tratamiento que todavía no está disponible para el resto de los enfermos y que puede ser una gran ventaja en su lucha contra la enfermedad, por lo que no solo estaría haciendo algo altruista, sino que también estaría actuando en su propio beneficio.

Y tú, ¿cómo crees que reaccionarías si te proponen formar parte de un ensayo médico? ¿Te animarías a ser uno de los responsables de que el cáncer de pulmón tuviera una cura o un tratamiento más efectivo?

La carrera solidaria

Tenía una cierta experiencia trabajando en asociaciones juveniles y me había formado en trabajo social. Pero con ese currículum no acababa de encontrar un trabajo que realmente me motivase. Gracias a mis años en el extranjero domino muy bien el inglés y tengo nociones de francés por lo que no me fue difícil encontrar trabajo en la oficina de una multinacional. No era un mal sueldo y había buen ambiente de trabajo, pero yo quería que mi trabajo significara algo más que ganar dinero e irse a casa.

Por eso, cuando me enteré de un trabajo en el departamento de comunicación de una fundación enfocada a la lucha contra el cáncer me presenté sin dudarlo. A mi favor tenía las ganas, pero me faltaba experiencia. La entrevista fue un proceso largo. Todo hacía indicar que la fundación buscaba a alguien para trabajar a largo plazo. Después de pasar la primera criba, que ya era un comienzo, pasé a la segunda fase en la que debíamos hacer un simulacro de organización de un evento relacionado con la lucha contra el cáncer.

Entonces pensé en inspirarme en una carrera en la que yo participaba todos los años: la carrera contra el cancer de pecho. En mi ciudad natal, en verano, desde hacía varios años, se organizaba una carrera para concienciar sobre esta enfermedad y que, año a año, había ido creciendo hasta convertirse en toda una referencia. En una de las primeras ediciones yo llegué a colaborar en su organización, aunque en ningún momento pensé que aquello me podría servir de experiencia para una entrevista de trabajo.

Aunque no te daban demasiado tiempo para hacer el supuesto, yo me lo trabajé mucho y me sentí muy orgullosa de la carrera que había “organizado” contra el cancer de pecho. Era como si existiera de verdad. Cuando tuve que defenderlo ante las tres personas de la fundación que estaban presentes vi que había dado en la diana. Es raro que yo sea tan optimista, pero salí de allí sintiendo que me iban a llamar. Y lo hicieron. Y la carrera solidaria se desarrolló tal y como la esbocé al año siguiente.

El final del camino

Dicen que cuando tienes un hijo empiezas a pensar de otra forma en tus propios padres. Cuando somos jóvenes pensamos que son una especie de superhéroes que pueden con todo y que están siempre preparados para ayudar. Y esa es la sensación que tenemos casi siempre en relación a nuestros padres… hasta que llega un momento en que te das cuenta que son seres humanos con sus debilidades y sus dudas: como todos.

Y un día llega la enfermedad y, aunque nos neguemos a creerlo, sabemos que pronto ya no estarán ahí: aunque sean mayores y ya no nos puedan ayudar como antes siempre serán nuestros padres, y nosotros sus hijos. A mi padre le diagnosticaron hace un tiempo cáncer gástrico. Era bastante mayor pero, aun así, uno nunca se espera una enfermedad de este tipo.

Desgraciadamente, su enfermedad coincidió con el nacimiento de mi hija y no pude estar con él lo que hubiese necesitado. Mis hermanos también tienen mucho lío, y aunque ayudamos en lo que pudimos, nunca parece suficiente. Mi madre también está muy mayor y la situación se complicó bastante.

Entre los hermanos, decidimos contratar un enfermero por horas que atendiera a mi padre y fue una buena decisión. Pero, con todo, yo siempre me sentí culpable. Nunca se devuelve lo suficiente a un padre o a una madre. Por mucho que un buen día asumas todo lo que han hecho por ti, nunca pareces tener tiempo para devolverle una parte de lo que te han dado.

El cáncer gástrico no iba bien y los médicos nos dijeron que nos teníamos que ir preparando. Entonces, un día, pasé por casa de mis padres, solo, sin mi mujer y mi hija y estuvimos hablando durante un buen rato. En un momento dado, debió entender mi conflicto y me dijo: “hijo, no sufras, tu hija te necesita, haz lo mismo por ella que yo he hecho por ti”. Y, claro, me derrumbé por completo.

Pero supongo que tiene razón: no es lo mismo ser padre que ser hijo, como padres tenemos una responsabilidad, pero no actuamos como actuamos para que luego nos “devuelvan” nada. Simplemente es el instinto.

Descartar un problema más grave

¡Qué tiempo más feliz cuando me pasaba meses y meses sin ir al médico! Rara vez me dolía nada y lo único era un resfriado de vez en cuando. Pero aquel tiempo parece que se acabó. Dicen que los problemas vienen de tres en tres y puede que sea cierto. En mi caso, no salgo de una y me meto en otra. Ahora toca problemas de estómago.

Es cierto que no es mi órgano “preferido” del cuerpo porque me ha dado algunas quebraderos de cabeza en el pasado, pero tampoco nada del otro mundo… hasta hace un par de años. Era muy raro que yo tuviese indigestiones: veía a la gente tomarse manzanilla después de una cena copiosa y no entendía por qué lo hacían. No me solía doler nunca la barriga, y todo lo más eran algunas gastroenteritis, eso sí, bastante fuertes.

Pero en los dos últimos años yo también me he tenido que unir al club de la manzanilla. Al principio pensé que era algo circunstancial, pero empecé a preocuparme y tuve que ir al médico. Allí me explicaron que los problemas de estómago son de lo más común, pero también me dijeron una frase que no soporto: “de todas formas, vamos a hacer estas pruebas para descartar un problema más grave”. Y ya se mete el miedo en el cuerpo, ya empieza uno a pensar en un tumor en el estomago algo así.

Así es como entro en la incertidumbre, una fase que últimamente se ha alargado en el tiempo. Por una razón u otra siempre estoy haciendo pruebas médicas para descartar cosas más graves. Y aunque, de momento, no he tenido malas noticias, es duro vivir con la mosca detrás de la oreja. Algunos familiares me animan y me dicen que no pasa nada, pero eso es porque ellos no están en mi pellejo. ¿Pero qué van a decir?

La verdad es que de los síntomas del tumor en el estomago tampoco tengo muchos, así que no debería estar tan preocupado, pero hasta que no salgan los resultados de las pruebas, estaré con los nervios a flor de piel.

Cáncer de cérvix: tipos y estadios

El cáncer de cérvix es aquel que afecta a las células del cuello del útero. En la mayor parte de los casos está causado por el virus del papiloma humano. Existen dos tipos de cáncer de cuello del útero:

-El carcinoma de las células escamosas. Ataca principalmente a la zona más cercana al útero y se forma en las células escamosas, que son las que están en la superficie. Se calcula que el 80% de clos cánceres de cérvix son de este tipo.

-Andenocarcinoma. Ataca a la zona más cercana a la vagina. Se calcula que un 20% de los diagnósticos de cáncer de cérvix son de este tipo.

Cuando hablamos de cancer de cervix estadios nos estamos refiriendo a cuánta zona ha atacado el cáncer, si se ha diseminado por todo ese órgano o si ya ha atacado a órganos cercanos. Existen cuatro estadios, aunque dentro de cada uno de ellos hay diferentes niveles de gravedad.

En cáncer en estadio I es aquel que se encuentra exclusivamente en el cérvix y que no ha llegado al sistema linfático. En el estadio IV el cáncer ya ha atacado a otros órganos por diferentes partes del cuerpo.

Cuanto más cerca de la fase inicial del cáncer nos encontremos, es decir en el estadio I, más fácil es conseguir erradicarlo de una manera exitosa. En el estadio IV el problema ya no es atajable y en la mayoría de los casos, lo único que se puede ofrecer al paciente son cuidados paliativos.

Dado que la vacuna del papiloma humano no parece ser tan efectiva como se esperaba, hoy por hoy la prevención es la única arma de las mujeres para luchar contra el cáncer de cérvix. Las revisiones anuales son fundamentales para poder detectar un cáncer en estados iniciales y tratarlo con las mayores posibilidades de éxito.

En una revisión habitual, el ginecólogo extrae una muestra de células del cérvix para que sean analizadas. De esta manera, si algo va mal, será detectado rápidamente. Del mismo modo, si la mujer percibe sangrados que no se corresponden con su menstruación o cualquier molestia que no sea habitual, debe de acudir a su ginecólogo para que compruebe a qué puede ser debido y descarte que pueda tratarse de un cáncer.

La mayoría de los problemas ginecológicos de las mujeres no tienen como causa el cáncer, pero es fundamental realizarse revisiones.

Una segunda opinión

El sistema español de salud tiene sus luces y sus sombras como cualquier otro. Todo depende de con quién lo comparemos. Si hablamos con cualquier persona que viva en Estados Unidos te dirá que lo que hay en España es una bendición del cielo. Pero no hace falta irse tan lejos, porque, como sabemos, muchos europeos, sobre todo británicos y alemanes, acuden a España a tratarse dolencias médicas o a operarse: es el denominado turismo sanitario.

Yo siempre he dicho que el sistema nacional de salud es notable, y tiene muchas cosas buenas. Pero es un hecho que, como alertan diversos agentes de la comunidad médica, estamos cerca de un colapso. El envejecimiento de la población, entre otros factores, genera nuevas necesidades que el sistema de salud no está capacitado para resolver por falta de personal, instalaciones, recursos… o de todo un poco.

Y cuando una persona con una enfermedad importante se enfrenta a este complejo panorama del sistema de salud se producen situaciones delicadas. Fue el caso de mi tío, que había sido diagnosticado con cancer de pancrea, y que por suerte se ha recuperado tras una cirugía y un largo proceso médico.

Cuando mi tío empezó con las pruebas para determinar a qué se debían sus dolores abdominales y sus continuas indigestiones se dio cuenta de la exasperante lentitud con la que, algunas veces, funciona el sistema público de salud en España. También se suele decir que existen grandes profesionales: por supuesto, la mayoría de los médicos son grandes profesionales, pero no todos… al igual que sucede en cualquier otro gremio.

Después de muchas pruebas le asignaron un médico especialista para tratar su dolencia y empezaron los problemas. No se entendía con bien con el médico que no daba a mi tío apenas explicaciones sobre lo que podía tener. En ningún momento se refirió a la posibilidad de tener cancer de pancrea. Le dio unas pastillas y listo.

Mi tío se vio obligado a buscar una segunda opinión en un centro privado donde fueron un poco más profesionales… Al final dieron con la dolencia que era mucho más grave que la que había diagnosticado el médico especialista.