Regalar flores 

Hay regalos que siempre me han funcionado y uno de ellos son las flores. En un tiempo como el nuestro en el que todo parece en entredicho, la costumbre de regalar flores parece que se mantiene. Aunque quizás en algún momento sea tachado de una cosa o de la otra, dar una flor a un ser querido, sea hombre o mujer, es un regalo casi siempre bien recibido. Es cierto que a mí nunca me han regalado flores, siempre he sido yo el que las ha regalado, pero seguro que si un buen día mi mujer me trae una rosa la cuidaría con mucho gusto.

En nuestra relación, la costumbre de regalar flores empezó casi desde el momento de conocernos. Durante el primer San Valentín llevábamos poco tiempo juntos y no sabía si debía comprar algo o no. Pasa a veces que cuando inicias una relación no conoces a fondo a la otra persona y no sabes si meterás la pata. Todo eso tiene su encanto y es algo que, inevitablemente, se pierde con el tiempo. 

Así que así estaba yo, hecho un mar de dudas. No quería quedar de súper pasional ni cursi desde el principio, pero tampoco quería ser un pasota. Y se me ocurrió que una flor podía ser algo elegante y clásico, aunque desde luego que se corría el riesgo de pasar por un poco cursi. Busqué floristerias vigo centro y eché un vistazo. Realmente no había comprado nunca una flor así que tampoco sabía mucho del tema. Por supuesto, sabía que la rosa roja era el regalo típico, hasta ahí llegaba…

Pero cuando vi que había rosas de otros colores me pareció una buena idea. Una de las que tenían era una rosa azul que me recordó una película que habíamos visto los dos unas semanas atrás. Me pareció una buena idea vincular ambas cosas, por un lado, una de las primeras películas que habíamos visto y el clásico regalo de la rosa sin ser el típico rojo de toda la vida. Y mi plan en las floristerías Vigo centro salió a la perfección. Desde entonces, regalar una flor ha sido todo un reto para intentar seguir siendo clásico, pero a la vez original.