Descartar un problema más grave

¡Qué tiempo más feliz cuando me pasaba meses y meses sin ir al médico! Rara vez me dolía nada y lo único era un resfriado de vez en cuando. Pero aquel tiempo parece que se acabó. Dicen que los problemas vienen de tres en tres y puede que sea cierto. En mi caso, no salgo de una y me meto en otra. Ahora toca problemas de estómago.

Es cierto que no es mi órgano “preferido” del cuerpo porque me ha dado algunas quebraderos de cabeza en el pasado, pero tampoco nada del otro mundo… hasta hace un par de años. Era muy raro que yo tuviese indigestiones: veía a la gente tomarse manzanilla después de una cena copiosa y no entendía por qué lo hacían. No me solía doler nunca la barriga, y todo lo más eran algunas gastroenteritis, eso sí, bastante fuertes.

Pero en los dos últimos años yo también me he tenido que unir al club de la manzanilla. Al principio pensé que era algo circunstancial, pero empecé a preocuparme y tuve que ir al médico. Allí me explicaron que los problemas de estómago son de lo más común, pero también me dijeron una frase que no soporto: “de todas formas, vamos a hacer estas pruebas para descartar un problema más grave”. Y ya se mete el miedo en el cuerpo, ya empieza uno a pensar en un tumor en el estomago algo así.

Así es como entro en la incertidumbre, una fase que últimamente se ha alargado en el tiempo. Por una razón u otra siempre estoy haciendo pruebas médicas para descartar cosas más graves. Y aunque, de momento, no he tenido malas noticias, es duro vivir con la mosca detrás de la oreja. Algunos familiares me animan y me dicen que no pasa nada, pero eso es porque ellos no están en mi pellejo. ¿Pero qué van a decir?

La verdad es que de los síntomas del tumor en el estomago tampoco tengo muchos, así que no debería estar tan preocupado, pero hasta que no salgan los resultados de las pruebas, estaré con los nervios a flor de piel.