El vecindario 

Ahora que miramos mucho más las ventanas de los vecinos me he dado cuenta de que los pisos han evolucionado mucho en las últimas décadas. Más de la mitad de mis vecinos tienen estores en alguna ventana de casa, algo que antes no sucedía. Yo sigo sin estores en la mía y me pregunto si ha llegado el momento de modernizarse.

En mi salón, por ejemplo, tal vez vendrían bien unos estores. A mí no me gustan nada las cortinas. Solo tenemos cortinas en el dormitorio, en ningún lugar más de casa. Noto que las cortinas me aíslan demasiado: quiero sentarme en el sofá y mirar por la ventana si me apetece, no tener que acercarme a la ventana y asomar la cabeza entre la cortina para ver qué pasa fuera. Tampoco es que me importe demasiado que los vecinos vean lo que pasa en mi salón, ya que pasa lo mismo que en el de ellos: gente viviendo, no tiene mayor interés.

Pero, como digo, en los tiempos que corren con todo el mundo mirando por la ventana la vida pasar he pensado en comprar estores. Lo bueno de los estores, a diferencia de las cortinas, es que los puedes subir y es como si no existieran. Las cortinas, sin embargo, siempre las veo ahí, aunque estén corridas. 

Otro aspecto que me gusta de los estores es que tienes una sensación de mayor calidez por los materiales con los que, generalmente, están fabricados. Llevo tiempo mirando algunas webs especializadas en este tipo de producto y me he dado cuenta de que existen diversos materiales que ofrecen una gran versatilidad: desde estores traslúcidos que permiten un porcentaje de entrada de luz hasta estores completamente opacos pasando por estores noche y día que se adapta a diferentes situaciones lumínicas.

Probablemente, para mi salón me vendrían bien comprar estores de este último tipo: me permitirán durante el día recibir luz tal y como me gusta y podría estar más aislado durante la noche sin ni siquiera tener que usar las persianas. Al menos así lo hacen muchas de vecinos que tienen estores.