Queso crema: ¿cómo se elabora el queso untable más famoso?

En los primeros anuncios impresos del queso crema o cream cheese

se hace hincapié en su versatilidad culinaria, compatible con postres, salsas y otros preparados. Concretamente, este tipo de queso untable es un ingrediente habitual en tartas, helados, frostings, espumas, salsas, etcétera. Las aplicaciones queso crema sin lactosa, light y otros formatos no son menos numerosas.

Solo una minoría de productos lácteos (requesón, mascarpone y no muchos más) igualan la consistencia y cremosidad del queso crema. Su «secreto» reside en el mayor contenido en materia grasa, resultado de emplear nata y leche entera de vaca utilizadas en su elaboración. Este proceso comienza con la mezcla de estos y otros ingredientes (incluyendo la mazada o suero de mantequilla) en proporciones específicas.

Después de pasteurizarse, la mezcla se somete a una breve fermentación, de doce a veinte horas dependiendo de la marca. Durante este proceso, se disminuye el pH y se convierte la lactosa en ácido láctico, transformación que explica la ligera acidez que caracteriza a este queso. Para adquirir su textura untable, el queso crema debe reducir su humedad mediante la concentración de sus nutrientes.

La versión del queso crema que se prepare, puede alterar alguno de los pasos anteriores; por ejemplo, con la adición de ingredientes tan exóticos como los arándanos, cebollas, salmón ahumado, chile jalapeño, etcétera. En la vecina Francia, se consumen dos variantes poco conocidas: el queso de doble y de triple crema, que se diferencian de la receta original en el agregado de la nata procedente del segundo o el tercer ordeño de la vaca, respectivamente, lo que permite alcanzar una textura aún más cremosa.

No obstante, el origen del queso crema ni es francés, ni es español: fue el estadounidense William Lawrence, maestro quesero de Nueva York, quien inventó esta delicia en el último tercio del siglo diecinueve.